Vender una casa heredada implica una farragosa burocracia previa que además debe afrontarse en condiciones emocionales no óptimas.

Entre otras acciones, los herederos deben decidir si aceptan o no la herencia, obtener el certificado de defunción, el certificado de últimas voluntades y conseguir la copia autorizada del testamento.

Si existe el testamento será necesario realizar un inventario de bienes y deudas para luego firmar la escritura de partición según lo estipulado en el testamento.

Una vez solucionado lo anterior, tocará afrontar los impuestos como el de sucesiones y donaciones, plusvalías e IRPF.

El último paso previo a la venta será inscribir en el registro de la propiedad la vivienda a nombre de los herederos.

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